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domingo, 15 de junio de 2014

El plan

Ella no lo sabía, pero él tenía un plan. Cuando volviera a verla, ya no sería el mismo. Habría vivido más, habría hecho más cosas, habría aprovechado el tiempo. Se escondería de ella hasta que estuviese preparado, jamás le contaría nada de sus progresos. Quería que ella le prestase atención, que al verlo se acordase del simpático y triste chico de antes, pero que se quedara impresionada al verlo aparecer con una enorme, sutil y amable aura de sabiduría. Soñaba con invitarla a un café y regalarle una flor con su primer sueldo; explicarle humildemente sus pequeños pero constantes triunfos. Soñaba con el reencuentro, él vestido con un traje de pobres, presentarse como un pequeño señor que se había ganado todo lo que tenía. Soñaba con su sonrisa, y su plan, que tantos años y esfuerzos le costaría realizar, tenía sólo ese fin.

Pero también le preocupaba que el café nunca llegase. Sobre todo, le preocupaba que el resultado no dependiese de él. Que por mucho esfuerzo que hiciera, ella nunca quisiera verlo de nuevo. Que jamás volviera a sonreírle. Que estuviera haciendo cosas no por sí mismo, sino por un fugaz deseo. Que el amor cambiase durante el tiempo, que lo llamaran química, capricho, ingenuidad o sexo, que él sólo fuese un actor en una película de guión impasible.

Pero entonces pensaba que, al menos, recorrería camino, y que la sonrisa de ella era la idea que más le gustaba.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Un hombre no puede rendirse


Un hombre no puede rendirse. No puede porque la vida es una guerra estúpida y sangrienta en la que uno se ve envuelto sin saber por qué, con enemigos a todos lados, solo y abandonado. No decides estar ahí, no decides vivir. Por eso no puedes rendirte, nadie te ha preguntado si quieres luchar. No hay código ni treguas, no hay reglas, sólo puedes cubrirte de sangre. Ni siquiera la muerte es una opción, porque abandonar es una batalla contigo mismo que nunca vencerás. Estamos obligados a luchar sin sentido en este mundo cruel y absurdo, donde sólo brillan los que entienden que somos bestias arrinconadas, esclavas de sus instintos, y que debemos darlo todo por un tenue aliento de felicidad.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Alguien como yo


- Quiero saber, ¿alguna vez has conocido a alguien como yo?

- ¿A qué viene esa pregunta?

- Quiero saber, eso es todo. Quiero saber si hay más gente como yo. Que tenga mis mismas dudas. Quiero saber si mi locura es normal o es algo que todos padecen. Si soy especial.

- ¿No será que quieres más bien el reconocimiento de los demás? Siempre estás buscando eso.

- Oh, bueno, quizá sí. Pero no me líes. Quiero saber si alguna vez has conocido a alguien como yo. Si no, no tiene mucho sentido tenerte a mi lado. De hecho, si no soy único, no tiene mucho sentido vivir. Quiero decir, existir. Ya sabes, cuando hablo de esta manera, todo el mundo cree que me voy a quitar la vida o algo por el estilo. No es eso, es sólo que la vida no tiene mucho sentido. Y tampoco creo que lo tenga siendo único. Pero bueno, dime, no me dejes hablando solo, siempre me pasa lo mismo.

- No entiendo qué quieres. Te comes mucho la cabeza. No me gustan estas conversaciones.

- Yo creo que en realidad sí debo ser único. Seguro que nunca has hablado con alguien de algo así. Y en cambio, para mí, estas conversaciones son normales. Entiendo que te pongan nerviosa, siempre lo hacen. Bueno, no quiero molestarte, pero me estoy buscando a mí mismo. Y me aprovecho de ti porque me conoces un poco.

- …

- En realidad me da miedo no gustarte. Lo del reconocimiento, sí, sería como una especie de eso. No quiero que hablando así te vayas. Pero es mi forma de hablar, de tanto en cuanto.

- ¿Y tú? ¿Alguna vez has conocido a alguien como yo?

- Uhm... No estoy seguro. No te conozco bien. Creo que puedes estar hecha de partes de otras personas. No me gustaría eso. Me gustaría que fueras única, aunque todavía no estoy seguro de si lo eres. Me gustaría que fueras única.

- …

- No quiero entristecerte, en realidad creo que eres bastante especial. Mucho. Por eso te he preguntado. Es como lo que me pasa a mí. ¿Soy único? Siguiendo con el miedo a que me dejes solo, creo que si eres capaz de mantener esta conversación, entonces sí eres especial. No te pido que la mantengas, no es una prueba. Hazlo sólo si quieres.

Lo que no quiero es que nos alejemos. Sólo quiero que seas única, y creo que si dejas de pensar un poco en mi locura, entonces lo serás. Que pienses tanto en mi locura me hace volverme loco. ¿No podemos ser, y ya está? Suéltate un poco y sólo dime, ¿alguna vez has conocido a alguien como yo?

- **.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Supervivencia


Los poemas deben escribirse en cuanto se piensan. La máxima nulla dies sine linea no expresa una cuestión de perfeccionamiento, académica, sino de improrrogable, primordial, imperiosa e ineludible supervivencia.

Tus poemas no sobrevivirán al paso del día. El poema depende de tus concretas circunstancias de pensamiento, cambiante según nimiedades como el tráfico, tu estado anímico, el clima, tu percepción de la luz y del tiempo. Desde el mismo momento en que se te ocurren están moribundos, esperando el remedio que sólo puede darles tu trazo en un papel. Si no se lo das, ten por seguro que morirán en ti.

martes, 21 de agosto de 2012

Es nieve


Es nieve. Pero
no es fría,
y es nieve.

Está siempre fundiéndose
porque arde por dentro,
y es nieve.

Se deshace como el azúcar,
es ligera, es fresca, es suave,
es agua, es nieve.

Es blanca, y es roja bien dentro.
Es nieve.

Es calor por el que hay que esperar.
Es que se revela con el sol.
Es nieve.

Es algodón,
es caminar por las nubes,
es hundir las pisadas,
es sumergirse,
es ahogarse dulcemente en vapor,
es nieve.

Es una sábana,
es seda, es su piel,
es una sepultura blanca,
es nieve.

Es agua dulce,
es cielo,
es lluvia, no,
es nieve.

Es calor,
se funde sin sol,
me funde a mí,
me desintegra,
sabe,
es roja sangre,
flota,
me ahoga,
me acaricia,
me entierra,
pero es nieve.

sábado, 28 de abril de 2012

En blanco


En blanco.
Sin saber qué decir.
Sobrante papel
por todos los conceptos.

Me como el papel,
a mordiscos.
Mordisquitos,
arranco sus órganos de celulosa.
Cruelmente lo privo de su papelismo.
No quiero matarlo,
quiero que confiese.
Quiero que siga vivo
por si todavía escribo algo.

Cada vez queda menos espacio.
He comido papel
y la fibra me posee.
Mi estómago
me orienta al inodoro,
de momento
tan blanco como el papel.
Y es que escribir es vomitar.

Ya me lo he comido.
Voy a por otro.

viernes, 20 de abril de 2012

Autorreteatro

Egocéntrico,
en primer lugar.
Jugador y niño,
feérico y monstruoso.

Animal racional. Caracoliano.
Político. Sexual. Hambriento.
Engañoso sin haber sido visto.

Místico y no eufemístico.
Diáfano en lo relativo.
Pasionalmente razonable.

Pensador y guerrero,
extrovertido y solitario.
Violentamente pacífico,
herbívoro,
valiente en la vida y cobarde en la muerte.

Anacrónico y sin embargo,
avanzado existo,
obsoleto, bandolero.
Humanista y científico,
soñador nefelibata
y luchador del barro.

Libre y dolido,
inofensivamente cruel.
Empedernidamente macabro,
a fuego preservador.

Pecador juez, árbitro, profesor y padre;
y alumno eterno.
Comunista e individuo.
Autoconvencido de que estoy equivocado.
Firme y adaptable
o voluble,
cautivo.
Rebelde con todo
y conformista con poco,
perfeccionista.

Excitado músico silábico, escribidor,
vago y romántico.

Amador, amante sobre todo.

martes, 31 de enero de 2012

Cuidarte

¿Cómo pude hacerte llorar?
¿Qué clase de hombre soy?
No me gusta verte llorar,
y no es porque me sienta mal.

Es porque sé que tengo que cuidarte,
estés donde estés,
porque cuidarte es cuidarme también a mí,
porque cuidarte es el sentido de mi vida,
y si no te cuido no creo que sirva para nada más.