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martes, 24 de septiembre de 2013

Los almendros

Los almendros están separados unos de otros unas decenas de pasos; pero para ellos, que están anclados al suelo, es una distancia infinita. Nunca pueden los almendros tocarse, nunca caminar ni estrecharse las manos.

Por esto los almendros decidieron crecer hacia arriba, porque no pueden hacerlo hacia los lados. Apuntan al cielo para dar lo mejor de sí.

Se criaron en tierra seca y aún así florecen con luces blancas. Dan frutos ásperos y duros como la tierra, que sólo pueden saborear los que más insisten.

Pero si esos frutos no son recogidos, cuesta que caigan, y los almendros no pueden crecer más alto, florecer más blanco y dar más frutos al año siguiente.


Creo que la vida es como los almendros: estar siempre solo, anhelando aquello que vemos tan próximo, pero inalcanzable; es dar lo mejor de sí en soledad, intentando ser feliz sin más que el sueño de crecer; es dar a los demás lo que se tiene, pero si uno no puede dar a los demás aunque lo desee con todas sus ramas, crecer deviene imposible.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Como tú me quieres

Me quieres como si estuviera en una frontera,

como si fuera siempre el último día,

como si todo el mundo estuviera equivocado,

como si me fuera de un aeropuerto,

como si llegara.


Me quieres si estoy contigo,

si estoy solo,

si estoy con otra,

aunque te duela.

Me quieres sin palabras,

me quieres como si fuera lo único que existe,

aunque no existiera,

como si fuera verdad,

como si todo el mundo estuviera equivocado.


Como si tuviera corazón,

como si valiera la pena,

como si te esperara.


Como si estuviera muerto,

como si estuviera en tu memoria,

como si fuera un recuerdo.


Como si estuviera moribundo,

como si viviera radiante,

como si desafiara al mundo.


Por eso te quiero yo

como si me quisieras.