Ya lo entendí. Ya te encontré. Te reflejas en los rostros de las mujeres. Sin ser una de ellas, eres más que ellas. Eres una idea, un pensamiento, una algarabía. Eres una luz inalcanzable, inasible, a tres mil años de viaje de mí. Eres la combinación de todas sus miradas.
A veces te veía en una de ellas, y te perseguía. Ahora sé que eres fugaz, que apareces en la punta de su nariz, y te fugas. Sé que lo haces por mí, para que, buscándote, olvide la vida de plomo.
Sé que tu fantasía me mantiene vivo. Sé que me acusan de soñador, de hablar con vientos, nubes y estrellas, como si fuera el crimen de un ermitaño.
No importa. Afuera de mi casa tengo flores, sembradas en el campo como a ellas les gusta estar. Un día, mientras las esté regando, sé que volverás a posarte liviana sobre una de ellas. Entonces le diré que ha vuelto mi estrella.
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martes, 15 de abril de 2014
sábado, 29 de marzo de 2014
Tu casa
Me gustaría ser tu
casa.
Nada más que tu
refugio.
El sillón que
abraza tus músculos cansados.
Me gustaría ser tu
abrazo.
Las paredes que
tienen ojos, pero no hablan.
Me gustaría ser tus
muros.
Me gustaría ser tu
inmueble
para no seguirte
jamás,
sólo esperarte.
Me gustaría ser el
inicio de tus viajes
y el final de tus
problemas,
pero no estar nunca
en medio.
Me gustaría ser tu
alfombra,
tu mascota, tu cama,
tu candil.
Todo aquello que te
recibe con alegría,
sin preguntarte
dónde has estado.
Me gustaría ser tu
valor,
tu espina.
Me gustaría ver tus
ratos,
sobre todo los
tristes.
Me gustaría sólo
dar,
ser tu despensa, tu
cocina.
Ser el lugar de tu
paz,
ser tu hogar, tu
chimenea.
Ser el fuego cuando
el tuyo se apague.
Ser tu incienso, tus
sales de baño.
Ser el amor,
incombustible.
Esperar mi ruina
cuidándote.
cuidándote.
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